El campo de las iPS, las células reprogramadas (o pluripotentes inducidas), está cada vez más confuso. Recordemos que las iPS son la gran promesa del futuro en lo que se refiere a encontrar un sustituto asequible y éticamente aceptable a las células madre. El truco, descubierto hace tan sólo tres años por el doctor Shinya Yamanaka, de la Universidad de Kyoto (Japón), consiste en introducir un cóctel específico de genes en cualquiera de nuestras células. Esto la 'reprograma' y la convierte en algo parecido a una célula madre embrionaria, las que se supone que pueden un día revolucionar la medicina.
Una prueba que aún tenían que pasar las iPS para demostrar que tenían las mismas habilidades que las células madre era generar un ser vivo en el laboratorio. En las fases iniciales, cualquier embrión está formado principalmente por células madre, que son las que darán lugar a los diferentes tejidos del organismo. Se ha hecho público que unos científicos han conseguido crear ratones usando por primera vez iPS en lugar de células madre.
Aunque la técnica funciona como mucho un 3,5% de las veces y la mayoría de los animales resultantes presentan anomalías o mueren al cabo de poco tiempo (los autores no especifican de qué), es un avance importante para validar las iPS. El debate sobre si debemos usar o no células madre de embrión como tratamiento pronto podría dejar de ser necesario.
Pero no todas las noticias son tan esperanzadoras. Hace unos días se publicaban cinco artículos seguidos en la revista 'Nature', tres de ellos dirigidos por científicos españoles, que demostraban que para generar iPS lo mejor es desconectar los mecanismos que protegen la célula contra el cáncer. Dicho de otra manera: transformar una célula adulta en célula madre se parece mucho a convertirla en cancerosa.
Ya había indicaciones de este pequeño problema: uno de los genes del cóctel original de Yamanaka era un oncogén, un tipo de gen que participa en la formación de tumores, aunque después se encontraron alternativas más seguras.
Los nuevos resultados sugieren que, si una iPS comparte tantas características con las células que causan el cáncer, quizás no sea lo más sensato inyectárnoslas con la esperanza de regenerar nuestros órganos. Pero no hay que tirar la toalla aún. Puede haber maneras de solventar el problema, como inhibir las defensas antitumorales de las células momentáneamente mientras se convierten en iPS y restablecerlas después. Descubrir dónde está el obstáculo nos permite también empezar a buscar soluciones.
Estos hallazgos son importantes también desde el otro lado del cristal, ya que nos dicen que una célula cancerosa sería similar una célula madre enloquecida. Esto nos puede llevar hacia nuevos tratamientos más efectivos en la lucha contra el cáncer, dirigidos a borrar concretamente estas habilidades de célula madre que se han adquirido durante el proceso de malignización.
Salvador Macip es médico, científico y escritor. Se doctoró en Genética Molecular en la Universidad de Barcelona y trabaja actualmente en su propio laboratorio de la Universidad de Leicester, Reino Unido, donde es profesor de Mecanismos de Muerte Celular.
Fuente: elmundo.es
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