En una presentación ante la Sociedad de Ingeniería Biomédica en Pittsburgh (Pensilvania), los científicos de la Escuela Pratt de Ingeniería de la Universidad indicaron que en pruebas con ratones ese parche se contrae y se expande y conduce las señales eléctricas como el tejido cardíaco normal.
En una serie de experimentos con células madre embrionarias de los roedores, los científicos crearon el parche con células del músculo cardíaco llamadas cardiomiocitos.
Los investigadores cultivaron las células en un ambiente similar al de los tejidos naturales.
Después las encapsularon en un compuesto de fibrina, la proteína de coagulación, el que proporcionó el apoyo mecánico a las células para formar una estructura tridimensional.
En ese proceso, descubrieron que los cardiomicitos se desarrollaban sólo en presencia de un tipo de células llamadas fibroblastos cardíacos que forman parte de alrededor del 60 por ciento de las células del corazón.
"Descubrimos que al agregar los fibroblastos cardíacos a los cardimiocitos se creaba un ambiente nutritivo que estimulaba el crecimiento de las células como si estuvieran en un corazón en desarrollo", señaló Brian Liau, uno de los investigadores de la Escuela Pratt de Bioingeniería.
"Al probar el parche, constatamos que las células se alinean en la misma dirección y pueden contraerse como células nativas. También podían transmitir señales eléctricas que hacen que los cardimiocitos funcionen de una forma coordinada", añadió.
Nenad Bursac, profesor de la Escuela Pratt, dijo en la presentación del estudio que estos experimentos representan un avance, pero advirtió de que se deben superar más barreras antes de que se llegue al implante de esos parches en seres humanos con enfermedades cardíacas.
"Aunque pudimos cultivar células cardíacas con la capacidad de contraerse y conducir impulsos eléctricos, hay otros factores que se deben considerar", añadió.
Y uno de los mayores obstáculos sería la creación de vasos capilares capaces de alimentar ese parche.
Además, indicó, se sabe que los cardiomiocitos humanos parecen crecer de manera más lenta que los de los ratones.
"Si se toma en cuenta que el desarrollo del corazón humano tarda nueve meses, necesitamos encontrar la forma de apurar el crecimiento de las células y mantener las propiedades esenciales de las células nativas", dijo.
Por otra parte, si se pudieran usar las propias células del paciente se lograría eludir la reacción del sistema inmunológico, indicó.
Fuente: agencia EFE
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